sexta-feira, 22 de junho de 2012

Pájaro negro



Jorge vivia encerrado en su habitación por miedo de todo y todos. Su casa estaba hubicada bien en el corazón de la ciudad, pero el tenía verdadera aversión de las calles, de las personas, autos, luces y de todo su movimiento. Era un hombre que se limitaba a vivir sin la busca de un amor.

Sus días eran llenos de vacío. La tristeza no lo permitía reintegrarse en la sociedad. Hacía muchos años que Jorge no se permitia charlar con alguién además de su psiquiatra. Las visitas para los encuentros médicos ocurrian una vez al mês. Para eso, era el psiquiatra quién lo visitaba. Jorge temia el contacto con el mundo real. A ejemplo del gran personaje de Cervantes - Don Quijote de La Mancha, Jorge transformó su casa en una gran biblioteca. Pero, diferente del cavalero andante, el no leió muchas novelas de cabalaria y ni salió por la España afuera en busca de su Dulcinéia. Por qué de sueñador y loco ¡todo mundo tiene um poco! Si, pero no era el caso de nuestro personaje. Jorge no era así tan destemido y tampoco sueñador a punto de salir en busca de sus sueños. El queria la tranquilidad de su casa. La seguridad y la certeza de que nadie empezaría una charla con el.

Por lo tanto, la vida para el no presentava ninguna sorpresa. Las noches eran de imnsonia, leía muchos libros y, mismo así, ninguma história le daba ganas de vivir lo que también vivian los personajes de las histórias leídas. ¡Su vida era una lástima! Hasta que una noche algo le llamó la atención en la ventana: era un pájaro negro que se puse a cantar un canto tan fuerte y tan diferente que Jorge sentió ganas de matarlo. Pero así que el se encorajó y abrió la ventana - por la primera vez en sua vida - de pronto algo muy loco lo hice recuerdar de un texto leído a mucho tiempo. Tratabase de um poema de um cierto uruguayo llamado Mario, de apellido Benedetti:

“De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas

quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos

está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca

está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana.”

Lo recuerdo luego hice con que Jorge atrapase de la deprimente vida y sacase la ira de su camino. Las pedritas no necesitaban más ser tiradas en su ventana.

Nenhum comentário:

Postar um comentário